Mantiene intacto el instinto autocrático de su padre.,Esta semana ha sido lamentable para la política peruana porque confirmó que Fuerza Popular (FP), el partido político más grande del país, el de Keiko Fujimori, mantiene intacto el instinto autoritario de su padre en los noventa, sustentado en la vocación de gobernar sin tener en cuenta el límite de la ley, el sentido común y la decencia política. No es novedad para esta columna que lo viene advirtiendo desde la segunda vuelta 2016, cuando la desesperación de FP por la posibilidad de perder lo empujó a comportamientos antidemocráticos –como adulterar audios y pasarlos en TV– que se volvieron bumerán que contribuyeron de manera decisiva a la derrota. Eso reforzó la sensación de que no era cierto lo que Keiko Fujimori pregonó al inicio de la campaña, desde que fue a Harvard, de que gobernaría sin repetir las taras del padre. El año y medio que ha pasado solo ha confirmado la sospecha de que Keiko Fujimori tiene una visión del ejercicio del poder que no se contiene ante la demarcación de la ley y de la institucionalidad democrática. Y la última semana, previa al interrogatorio a Marcelo Odebrecht y la reapertura de la investigación al financista de FP, Joaquín Ramírez, sacaron a relucir las peores evidencias de que, puesta a presión, Keiko Fujimori, como solía actuar su padre, no se detiene ante nada porque cree que el fin justifica los medios. La acusación a cuatro miembros del TC, al fiscal de la Nación y al ministro del Interior, al igual que la citación al presidente de la República a una comisión como la de Lava Jato que, en realidad, se usa como instrumento de venganza y chantaje, constatan lo que es capaz de hacer FP, y llevan a imaginarse qué no haría si fuera gobierno, o si hubiera ganado la presidencia en 2016 junto con el congreso. Keiko Fujimori y sus incondicionales de FP, donde sobra mediocridad y escasea inteligencia, pretenden demoler cualquier institución que les sea incómoda, desde la fiscalía hasta la prensa, pasando por Palacio. Como lo hacía su padre, siendo obvio hoy que él lo hacía para perpetuarse en el poder para seguir robando. ¿Qué quiere hoy Keiko Fujimori, más allá de una pataleta incontrolable? ¿Eludir Lava Jato? ¿En verdad cree que así va a ganar en 2021? Y lo más preocupante es que, frente a ello, el gobierno opone poca resistencia democrática frente a la demolición institucional en marcha, olvidando que un sector decisivo del país que votó en 2016 por Pedro Pablo Kuczynski lo hizo para que no pase lo que está ahora pasando.